Segunda de dos partes
Existen quienes relacionan las dificultades para leer –que no necesariamente es dislexia- con errores de refracción, los movimientos de los ojos, la coordinación músculo-ocular y la confusión de la derecha con la izquierda. Con base en esto se ofrecen cursos que pueden durar años a niños que son lectores deficientes. Dedican tiempo a seguir una canica que rueda en una charola, y tratar de mantener el equilibrio sobre una tabla, así como ejercicios para entrenar a los ojos en trabajar juntos.
Muchos estudios han demostrado que la presencia de defectos del ojo o incoordinación muscular tienen poco o nada que ver con la habilidad para leer.
Pero en una sociedad donde los títulos y credenciales son necesarios para el éxito, y estos reconocimientos no se otorgan a lectores deficientes, los padres harán todo cuanto esté en sus manos para salvar este obstáculo.
Dislexia es el término empleado para referirse a las dificultades de quienes leen muy por debajo de su edad mental. El típico disléxico es quien confunde la p con la q, o la b con la d y encuentra difícil pronunciar palabras extrañas, aunque no necesariamente son niños fracasados.
Tomado del libro OFTALMOLOGIA, David Miller, Limusa, 1983.