El glaucoma se caracteriza por aumento de la presión intraocular junto con excavación de la papila óptica y pérdida de campo visual. Por eso la eficacia del tratamiento se evalúa mediante la tonometría, inspección de la papila óptica y campimetría.
Debería realizarse una tonometría de rutina en mayores de 40 años.
La presión intraocular promedio en adultos sanos es de 12 a 23 mm.Hg. Si la presión resulta normal, ha de revisarse una vez al año porque una sola lectura normal no descarta al glaucoma, además de que ocurren variaciones de la presión intraocular durante las 24 horas.
Otro parámetro a evaluar es la apariencia de la papila, en el fondo del ojo, aunque por sí solo no es un método infalible.
Probablemente la campimetría sea el método más preciso para evaluar el daño a las fibras nerviosas debido a glaucoma. Esta prueba es muy importante en un proceso avanzado donde el estado de la papila óptica ya no es útil como referencia.
El principal problema en la detección del glaucoma de ángulo abierto es la ausencia de síntomas hasta ya avanzada la enfermedad. Para que el tratamiento tenga éxito debe iniciarse temprano y esto depende de los programas de detección, aunque por desgracia una simple medición de la presión intraocular no puede ser definitiva. Esto lleva a enfocarse en las evaluaciones oftalmológicas regulares de los parientes en primer grado de individuos afectados.