En este año que termina cumplo veinte como optometrista. Cuando empecé a trabajar en San José del Cabo, B.C.S. en 1988 creía que me faltaba mucho por aprender y eso me daba miedo.
Ahora, con un archivo de 18 mil expedientes de pacientes, estoy segura que todavía me falta mucho por aprender, pero ya no me da miedo.
Con el paso del tiempo he reforzado algunos conocimientos, he rectificado algunas creencias, pero sobre todo he ido ajustando mi manera de trabajar de acuerdo a las experiencias que voy teniendo.
Así, hay quienes vienen a la óptica de vez en cuando, los que vienen una vez al año, y quienes aunque no vengan seguido, me mandan a todos sus conocidos y familiares. Están los que prefieren usar un lente para cada cosa y los que quieren usar un solo lente para todas las cosas. Hay a quienes solo les importa ver bien, y los que prefieren verse bien, aunque no vean tanto. Y hasta el que se va buscando otras soluciones, y después de un tiempo regresa como el amétrope pródigo.
Para todos ellos va mi agradecimiento.