El siguiente es un artículo publicado por el optometrista Jack Runninger, en la revista Optometric Management en abril de 2007. Me agradó especialmente que coincide con mi idea de usar la información como una herramienta de apoyo tan importante como el tratamiento mismo de los problemas.
Un Gran Error
Podemos aprender sobre qué cosas no hacer, poniendo atención a los errores que cometen los demás.
"No puedo creer que hayas comprado una canasta de cerveza", le dijo la enojada mujer a su marido. "Pero tú hiciste lo mismo gastando $80 en cosméticos", replicó el marido. "Es diferente, yo los compré para verme bella para tí". "Pues también la cerveza es para eso" respondió él con poca sabiduría.
Obviamente él cometió un graver error. Con frecuencia se nos dice que uno aprende de sus propios errores, pero es aún mejor aprender de los errores de otros. Aprender la lección sin tener que sufrir las consecuencias.
A mi avanzada edad, encuentro que mi vida social consiste mayormente en visitar a diferentes tipos de médicos para obtener las reparaciones necesarias. Esto me da la oportunidad de criticar privadamente las habilidades de comunicación de los especialistas que visito.
Un par de muestras son buen ejemplo de errores que debemos evitar en nuestra propia práctica al no darle al paciente suficiente información acerca de su condición, lo que les permitiría ayudar en el manejo de su problema.
A veces me sonrojo, y me doy cuenta de que no son las mejillas rosadas de la juventud ni el sonrojo de la modestia, por lo que fuí con un dermatólogo. Sin explicarme mi diagnóstico, me recetó una crema con antibiótico.
Ahora me permitiré una digresión. Puede ser que algunos recuerden la historia de Albert Einstein que viajando en un autobús, durante los últimos años de su vida, el chofer le pidió su boleto, y Einstein empezó a buscarlo por todas sus bolsas sin éxito. El conductor le dijo entonces que no se preocupara porque él sabía que sí lo había comprado. Pero Einstein continuó buscando el boleto afanosamente por lo que el conductor le repitió que no era necesario entregarlo. Entonces Einstein le dijo: "Usted no entiende, tengo que encontrar el boleto para saber a dónde voy".
Sufriendo del mismo problema de memoria relacionado con la edad, me tomó varias semanas acordarme de una condición llamada Rosácea, que causa ese enrojecimiento de que hablaba. Investigando al respecto me resultó obvio que yo padecía esa enfermedad, y tambié fué obvio que el dermatólogo lo había diagnosticado, y descubrí que en realidad no hay cura para ello.
Lo que debió decirme pero no lo hizo, es que hay recursos que pueden utilizarse para el manejo de la enfermedad. Ahora voy con otro dermatólogo.
Algo similar ha sucedido recientemente con el reumatólogo de mi esposa. Durante su revisión regular para el Síndorme de Sjögren nunca le dió instrucciones para el mejor manejo de esta condición. Haciendo mis propias investigaciones descubrí que la Fundación para el Síndrome de Sjögren tiene libros y literatura que pueden ser de gran ayuda en el manejo de su condición lo mejor posible. Este médico también falló en sus habilidades de comunicación.
La lección: poniendo atención podemos aprender mucho acerca de qué no hacer a partir de los errores cometidos por otros profesionistas.
Referencia:
- Jack Runninger (2007) A Big Mistake. Optometric Management. 42(april):16