Al acercar los libros a los niños—escribe Felipe Garrido en su libro—no debe preocuparnos que aprendan algo del libro, sino que el libro sea tan absorbente, emocionante o divertido que el niño se enamore de la lectura. Mientras más se lea, se leerá mejor. Mientras menos se lea, será más difícil leer. Y como la lectura estimula la redacción, si se disminuye el tiempo de lectura habrá un descenso en la capacidad para escribir.
Los minutos dedicados en clase a la lectura en voz alta hará mejores lectores que serán mejores estudiantes porque el principal medio de aprendizaje es el lenguaje escrito.
Como no se nace siendo lector, el niño necesita que se le conduzca , empezando con textos muy cortos e ir aumentando poco a poco su extensión hasta llegar a textos tan largos que se lean por partes. Se pueden aprovechar las rimas infantiles para estimular el gusto por el lenguaje. Pero siempre manteniendo la constancia de la lectura diaria.
En la lectura por placer debe evitarse la crítica o evaluación de cualquier tipo, y lo mejor es cuidar que el libro no sea aburrido.
Para cerrar con broche de oro:
Si ves un monte de espumas
Es mi verso lo que ves
Mi verso es un monte, y es
Un abanico de plumas.
Mi verso es como un puñal
Que por el puño echa flor
Mi verso es un surtidor
Que da un agua de coral
Mi verso es de un verde claro
Y de un carmín encendido
Mi verso es un ciervo herido
Que busca en el monte amparo
Mi verso al valiente agrada
Mi verso, breve y sincero,
Es del vigor del acero
Con que se funde la espada.
(José Martí, Versos Sencillos, Porrúa, México 2000)
Referencia:
- Para leerte mejor, Felipe Garrido, Editorial Planeta Mexicana, México 2004.