Varios equipos de científicos e ingenieros han estado tratando por años de producir una prótesis retinal para gente afectada de una pérdida progresiva de células fotoreceptoras. Un problema que enfrentan es cómo suministrar la energía y los datos (la imagen) a un chip retinal que se implanta en el fondo del ojo.
Algunos implantes, como los del Doheny Eye Institute de la Universidad del Sur de California (USC) y un equipo de MIT-Harvard obtienen su poder de señales de radio frecuencia, proyectadas desde afuera. Pero un equipo en la Universidad de Stanford trabaja en lo que puede parecer la solución obvia: usar la luz que entra al ojo para la energía y los datos.
El implante de Stanford está diseñado como un arreglo de celdas solares. El aparato —técnicamente un implante subretinal, porque se pone detrás de la retina&mdash es parte de un sistema que incluye una videocámara que captura imágenes, una computadora de bolsillo que procesa el video, y una pantalla de cristal líquido, todo esto adaptado a unos goggles.
A pesar de lo avanzado de esta prótesis retinal, la visión que brinda sería limitada. De acuerdo a Daniel Palanker, profesor de oftalmología de Stanford que trabaja en el chip, un aparato con pixeles de 100 µm corresponde a una agudeza visual de 20/200, que es el límite después del cual se considerará a una persona legalmente ciega. En el mejor de los casos, la prótesis fotovoltaica está limitada a un pixel de 50 µm, correspondiente a una agudeza visual de 20/100, lo que es suficiente para reconocer caras y leer letras grandes.
El trabajo en el campo de prótesis retinales está a varios niveles de desarrollo. De la docena de proyectos activos actualmente, el más antiguo es el Argus II de la USC. A fines de los noventa, los investigadores de la USC formaron una compañía llamada Second Sight que ha comercializado el implante desde entonces. En la primera generación del aparato, una cámara montada en un par de lentes mandaba inalámbricamente señales de video a un receptor implantado dentro de la cabeza. La señal se mandaba por un cable a un electrodo implantado en la retina. Cinco pacientes que eran totalmente ciegos todavía utilizan esa versión del aparato.
En la segunda generación del aparato Argus II, los datos de video se transmiten inalámbricamente a una bobina que está alrededor del iris que redirige los datos a un chip instalado a un lado del globo ocular. El chip procesa los datos y manda la información por un cable a un electrodo implantado en la retina. Al menos a trece personas se les ha adaptado esta nueva versión, que contiene 60 electrodos.
Planker dice no tener idea cuándo estará disponible una versión del sistema Stanford para uso clínico. El grupo está perfeccionándolo en experimentos con animales y desarrollando un software procesador de imágenes para el implante.
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