Artículo escrito por Rafael Navarro, Universidad de Zaragoza.
Charles Darwin nació hace dos siglos y su trabajo aún permanece vivo, siendo sujeto de importantes debates con una fuerte influencia en la filosofía, fé religiosa y política en los países del primer mundo.
Hoy hay un claro paralelismo entre los evolucionistas y los creacionistas, y una batalla política mundial cuyos resultados con frecuencia afectan a millones de personas.
En este esenario, resulta curioso que el ojo humano juegue un rol crucial. Por el lado del creacionismo, se clama que el ojo es un sistema perfecto y, por lo tanto, solo puede ser el resultado del trabajo de un “ingeniero Supremo” y nunca el resultado de la casualidad ciega. Por el contrario, los evolucionistas ponen el énfasis en los mecanismos de adaptación de corto y largo plazo para explicar la especialización de diferentes sistemas visuales (animales y humanos) para sobrevivir en sus respectivos ambientes.
Estrictamente hablando, los estudios científicos del ojo deberían permanecer alejados de esas discusiones filosóficas (marcadas, muchas veces, por intereses políticos ocultos). Aquí, sin embargo, tomo la oportunidad de expresar una opinión desde una perspectiva que es diferente del riguroso punto de vista que demanda un artículo científico, pero está basado en mi experiencia de 25 años estudiando el sistema óptico del ojo humano.
Por otro lado, todavía me asombra el hecho de que en el ojo uno encuentra (en mayor o menor medida) la mayoría de los principios y herramientas de la ingeniería óptica (diseño óptico, fibra óptica, eficiencia cuántica, etc.) efectivamente aplicado, lo cual es un serio desafío para el estado actual de nuestra ciencia y tecnología, con intrigantes y algunas veces paradójicas evidencias.
A pesar de lo anterior, sin embargo, es evidente para los científicos y clíncos, que incluso los ojos emétropes y saludables muestran una gran cantidad de defectos ópticos (aberraciones).
Hace un siglo Helmholtz escribió que si un óptico le vendiera un lente con tales defectos, él se quejaría y lo regresaría. Cuando uno analiza los principios de diseño del ojo encuentra una especie de mezcla de soluciones inteligentes y defectos burdos.
El defecto que más intriga son los contradictorios diseños óptico y retinal. No hay duda de que el ojo es una especie de lente con objetivo gran angular y su diseño parece enfocado a garantizar una alta homogeneidad de calidad óptica a través de todo el campo visual, mientras que la retina carece totalmente de homogeneidad, es decir, los detalles de la visión se concentran en un área central muy pequeña, la fóvea, y se pierde rápidamente a medida que uno se mueve hacia la periferia.
Esta severa discrepancia entre la resolución óptica y retinal (posible defecto de diseño) solo puede ser explicada por la evolución.
Un amplio campo visual es común a la mayoría de las especies (desde los insectos hasta los mamíferos), que parece importante para la supervivencia, dado que permite la mayoría de las tareas básicas como la defensa y la locomoción.
La fóvea, sin embargo, parece necesaria para las tareas más especializadas que involucran la depredación: detección remota, reconocimiento, etc. El desarrollo de la fóvea parece estar relacionado a un desarrollo paralelo de la corteza cerebral, y por lo tanto a un alto grado de habilidades de percepción. En este contexto, posiblemente la óptica del ojo requiera solo adaptaciones menores cuando la retina y la corteza cerebral han desarrollado la visión foveal.
Por lo tanto, la evolución a largo plazo y la adaptación a corto plazo parecen estar presentes en el ojo, lo que agregaría evidencias posteriores a los hallazgos de Darwin, apoyando así la hipótesis evolucionista.
La evolución y la adaptación nos permiten ordenar piezas aparentemente contradictorias del conocimiento, que explican porqué es tan atractiva a la mayoría de los científicos. En la ciencia, el mérito de una teoría descansa en la cantidad de hechos que pueden explicarla, y la hipótesis de la evolución es capaz de la mayoría de las explicaciones.
Sin embargo, la teoría de la “ingeniería” basada en un diseño inteligente, eficiente y robusto no puede ser descartada totalmente hasta ahora. Incluso a pesar de que el ojo tiene muchos defectos ópticos, la evidencia clínica moderna muestra que cualquier intento de modificar su sistema óptico (por ejemplo mediante cirugía refractiva, de cataratas, ortoqueratología, etc.) resulta en un deterior de su calidad óptica.
Hace algunos años, la cirugía LASIK prometía obtener por resultado una super-visión, pero la evidencia muestra que el sistema óptico natural del ojo no puede ser mejorado en general con la tecnología disponible hoy.
Referencia