Escrito por Sundaram Natarajan para Indian Journal of Ophthalmology.
La farmacovigilancia se encarga de monitorear los efectos de los medicamentos, después de que haya sido aprobado su uso, para identificar y evaluar reacciones adversas a medicamentos (RAM) que previamente no se hayan reportado. En general, trata con la detección, evaluación, entendimiento, y prevención de efectos adversos o cualquier otro problema posiblemente relacionado con medicamentos.
Con frecuencia decimos que los ojos son la ventana del alma. Las miles de manifestaciones oculares de enfermedades sistémicas encontradas en la práctica clínica dan testimonio de esa afirmación. Por lo tanto es lógico que varios agente farmacológicos usados para tratar enfermedades sistémicas, a través de diversos mecanismos puedan tener un efecto en el ojo también. Pero es igualmente plausible que un medicamento de uso ocular pueda ser absorbido en el sistema circulatorio y resulte en efectos adversos en cualquier parte del cuerpo. La cuestión es qué tan atentos estamos en detectar, tratar y reportar esos efectos.
Por ejemplo, sildenafil fué inicialmente desarrollado como medicamento para tratar la angina. Pronto evolucionó para convertirse en el fármaco de elección para la disfunción eréctil. Con el tiempo, se observó que el fármaco reduce selectivamente la presión pulmonar y la resistencia vascular pulmonar en pacientes con hipertensión arterial pulmonar. Ahora el medicamento está aprobado por la FDA en el tratamiento de hipertensión pulmonar.
Recientemente, ha habido muchos reportes relacionando el uso de sildenafil con neuropatía óptica isquémica anterior no arterítica (NOI). Mientras estudios subsecuentes no han establecido una clara relación causal, la FDA les pide a todos los médicos que prescribien ese medicamento, explicar a sus pacientes el bajo pero posible riesgo de sufrir NOI.
Pero la farmacovigilancia no termina con el reporte sino que es un proceso continuo que va más allá de documentar las RAM. Muchos fármacos pueden estar erróneamente etiquetados como "peligrosos" simplemente por un reporte de evento adverso.
El uso intravitreal de anti-factor de crecimiento endotelial vascular o anti-VEGF, en algún momento se consideró directamente responsable de eventos tromboembólicos en pacientes que recibieron estas inyecciones. Sin embargo, estudios subsecuentes establecieron que la incidencia de eventos vasculares en dichos pacientes estaba asociado con una edad mayor más que con la terapia recibida.
Además, la tasa de incidencia de infarto de miocardio, accidente cerebrovascular y muerte entre los pacientes tratados con anti-VEGF no fue significativamente mayor que la tasa de incidencia ajustada por edad de estos eventos en la población general.
La oftalmología ha cambiado drásticamente en las últimas dos décadas: los anti-VEGF intravítreos son ahora la primera línea de tratamiento en el edema macular diabético y los análogos tópicos de prostaglandinas se usan habitualmente como medicamentos de primera línea en el glaucoma. Si hemos mejorado nuestro juego en farmacoterapia, ¿por qué debería retrasarse nuestra farmacovigilancia?
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