Escrito por el Dr. Louis B. Cantor para Glaucoma Research Foundation.
La evidencia sugiere que la presión de perfusión ocular baja es un fuerte factor de riesgo para el glaucoma.
La presión de perfusión ocular es un complejo parámetro que puede ser considerado como la diferencia entre la presión sanguínea y la presión intraocular. Si la presión sanguínea es baja y la presión intraocular es elevada, la sangre tiene dificultad para llegar al interior del ojo y aportar oxígeno y nutrientes.
Sin embargo, incluso en individuos con una presión intraocular promedio, la presión sanguínea puede estar baja de manera natural, o como resultado del tratamiento para controlar la hipertensión sanguínea, privando al ojo de un flujo sanguíneo adecuado.
Normalmente nuestros cuerpos se adaptan a los cambios en la presión sanguínea, posición del cuerpo, o cualquier otro factor para mantener constante la circulación hacia importantes áreas como el cerebro o los ojos.
Para algunos individuos, sus cuerpos pueden carecer de la habilidad para ajustar la circulación apropiadamente, así que los tejidos podrían no estarse nutriendo adecuadamente y sufrir algún daño con el paso del tiempo.
La hipertensión arterial no está considerada como una causa de glaucoma, pero es un factor de riesgo, especialmente si se mantiene sin tratamiento por muchos años.
La presión de perfusión ocular baja puede mejorarse bajando la presión intraocular o incrementando la presión sanguínea.
Mientras que hay fuerte evidencia que apoya el tratamiento de glaucoma bajando la presión intraocular, no hay suficientes datos que apoyen el incremento de la presión sanguínea, y de hecho, esto podría tener efectos perjudiciales en otras partes del cuerpo.
Si una persona está tomando medicamentos para bajar la presión sanguínea, el médico podría considerar si la disminución del medicamento es apropiada.
Monitorear la presión sanguínea puede ser útil, especialmente en pacientes de glaucoma que están empeorando a pesar del adecuado control de la presión intraocular.
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